sábado, 14 de abril de 2007

Cadmo y Europa

Me contó un viejo comediante: Cadmo y Europa buscaban la sandalia que ella había olvidado en las orillas de un estuario. Eran púrpura tiria. Él pisaba el agua cuando llena solo instantes sobre el llano de la arena, para que los peces no temiesen movimiento humano alguno y nadasen hacia la superficie.
Europa miraba casi descalza y no tenía culpa. Cadmo atrapaba al pez que se acercaba hasta el borde, y le exigía la devolución de la sandalia.
Ella caminó entre leves raíces que crecían hacia el aire y hundió sus manos marrones en la arena. No muy profundo, encontró las ramas y sus flores, y pimpollos y espinas que jamás había visto en sus viajes. Al querer hacer girar la planta y empapar las raíces de agua salada dijo a su hermano que no estaban en un estuario, que estaban en un mar y que éste se llamaba Egeo. Cadmo miró tras sus hombros y vio el pasaje transformar al estuario en un canal ancho; y tocó sin gesto de autoridad al Norte. Dejó pasar a un pez, luego a otro y desanimado propuso a su hermana un juego. Él inventaba, ella elegía un mar para cada invento y si en algún momento faltasen mares, usarían los mismos otra vez; entonces ella inventaba pero con los mares ya elegidos, y cuando se quedaba sin inventos, él volvía a empezar. Pero los mares a veces formaban los mismos inventos.
Siendo que a través del juego todos los peces iban y venían llevando comidas y reliquias de profundas tierras, (y alguno de ellos la sandalia perdida), el mundo cambió de forma y costumbres antes que ellos lo notaran.
Europa dijo que los mares no eran mares, eran vacíos y cerrados llantos para construir con solo unos pocos, todas las cosas bellas y las espantosas que puedan nombrarse, tantas veces como cualquier dios u hombre quisiera. Cadmo lloró con culpa. Europa sonrió con más culpa que Cadmo. Y estiró sus ojos assu.
Ambos volvieron a la Hélade, siendo “hélade” el verbo y “volvieron” el sustantivo. Regalaron entonces su juego que fue atribuido luego por el viejo comediante lleno de ojos e ironía, a los fenicios.
Cuando ya todo había empezado, antes de Cadmo y Europa, y a su pesar.

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