jueves, 10 de mayo de 2007

INVENTOS MORTALES DE CADA DIA

Es raro extrañar invenciones como si fuesen prueba rotunda de algo real e inalterable; pero es todo lo que extrañamos. Hubo una hermosa: el “diario de viaje”… muerta hace mucho. En este mundo, no hay más viajes, y en este mundo, los “diarios íntimos” son lindas figuritas para algún álbum no muy caro. La pregunta, emocional impulsiva es “¿qué me quitaron?”. Claro que nadie me quitó nada. Es otra la pregunta que en realidad me causa más angustia: “¿desde dónde me estoy preguntando esto?”. Esa tiene respuesta, horrible para mí, no hay más “dónde”, “dónde” es también obsoleto. Vuelvo como una idiota entonces, ¿qué me quitaron?”.
Intento solo, muy poco armada y poco profesional, descubrir, develar un poco, a “este mundo”. Como gritar piedra libre para mí y para todos mis compañeros. Nada más hermoso.


Voy a inventar un diario de viaje. Tiene dos tubos a forma de larga vistas sin lentes. No son necesarios porque el objeto no tiene uso. De cada circunferencia del fin opuesto a dónde irían los ojos se levanta una antena, o alambre, y arriba, más cerca de un techo, estos alambres sostienen una pantallita blanca que no recibe ninguna imagen. Una pluma de gavilán y tinta china de cualquier color cuelgan de un resorte que sale de uno de los tubos binoculares y rebota constantemente si la persona que lleva puesto el diario de viaje se mueve. Para qué sirve. Un objeto sin uso tiene mucho poder, sino el intercambio de un bien de uso por otro bien de uso jamás hubiese devenido en la adquisición de bienes por bienes de intercambio simbólicos, y permitido construir un mundo. Un revolver cargado es un objeto con uso diría, porque puede matar a alguien. Pero tiene poder como objeto porque también es un objeto sin uso. Matar a alguien de por sí, no tiene que ver con el poder, tiene que ver con un acto de destrucción. El poder del revolver-objeto sin uso, es que mantiene un diálogo constante de todos los objetos significantes en la sociedad, entre ellos y entre las personas. Este diálogo provoca un asesinato, un suicidio, una intimidación; no el fin destrucción de la vida.
Lo feo de estos diálogos, es que creo que ya no participamos de ellos, son el cielo, son nuestras casas, nuestras fiestas, pero no somos nosotros.
Tomo el diario de viaje – que había muerto hace rato – solo para verme ridícula en la calle, o para verme.


*Viaje a EEUU. No hace tantos años.

Walter Benjamin escribió sobre la potestad de la muerte en la segunda guerra mundial.
En algún paso, realmente perdido, con el diario de viaje ridículo puesto a posteriori y maquillaje corrido por lágrimas a posteriori (el maquillaje no las lágrimas), miraba un semáforo colgando sobre una calle perfecta para juntar en dobleces dentro de una caja de juegos tristes. Casas enormes que caben en bolsillos diminutos, cementerios blancos con nieve. Tras las rejas para los muertos, en cada tumba, una bandera norteamericana. Vermont, EEUU. El rollo de mi máquina dice “rollo 2, cementerio con banderas”. Cómo censurar a la muerte, cómo explicarle que en el centro del panóptico puede haber alguien vigilando siempre. Muerte pensá en vos misma… Pero ese frente, todavía necesita guerra, de las viejas. Banderitas clavadas en tumbas, estacas santas, “los muertos son nuestra potestad”. Pero un niño con esa misma bandera no es “propiedad” de ese país. Es “norteamericano”. A un muerto hay que reconquistarlo. Entonces, caminando por esas latitudes, el ridículo diario de viaje me sugirió jugando que la muerte es a la democracia actual, lo que una marioneta en una película de terror es a un niño mirándola. La superstición, la duda, el miedo: Su única oportunidad de sobrevivir. No hay democracia sin esta muerte. La única mentira verosímil que DEBE seguir “eligiendo” algo, ejerciendo el derecho de la democracia, es la muerte.
Esta elección es forzada, por supuesto, es “silenciosa y no dicha”. En estos casos extremos de delirio, cuando el poder de lo no dicho no basta y hay que abanderar TODO, no dejar nada sin nombre propietario, reafirmar el cementerio, tremendos son los muertos no decibles, apestan no por falta de legado, apestan porque son la violencia de la no jurisdicción, miedo crudo y podrido, acusador. O son ellos propietarios, o son el sustento de la amabilidad occidental. Esto es tanto más preferible.


“Las épocas y las mañanas, lejos de mi cuadra. Entonces el lago, gotea de cualquier mapa y acumula patos de otros lugares en su caída. Los micros se inflan en letras caprichosas, un bus amarillo lleva menos al colegio y aleja mi cuadra de cada recuerdo, igual que un colectivo, todos en coalición repentina y casi constante hacia la huella de sus ruedas en calles de lugares e idiomas. La nieve es la nueva presencia.
Otra: Nene y calor. Algo enorme, completo. Cura. El nene vio el pasto también.”



Nueva York.
Plazas vigiladas por la presencia. El edificio “Grace” se contonea en línea curva, dejando lugar para respirar y sentir que las miradas de los que no tienen ojos forman un sueño que nos acuna, y desafía cualquier luz física y rompe las leyes de la vigilia. El Grace contiene la distracción de la línea recta y nos lleva en un movimiento involuntario, expulsándonos al cielo… Pero el cielo ya no es nada. No es parte de este sueño, de esta jurisdicción, entonces nos vamos a caer. Y el encierro se presiente, confundiendo este sueño de espacios gigantes, ocupaciones gigantes del espacio gigante. Se siente el espacio chico, el parque rodeado… a los lejos los vigilantes sin ojos – los rascacielos- se reflejan a ellos mismos, no a nuestras miradas pequeñas. ¿Cómo es el reflejo entre entes sin ojos? Se saludan a ellos mismos, son sus interlocutores. Los diálogos, inalcanzables pero observables, son parte de nuestra vida. Como las nubes, nubes de palabras doradas, oscuras, plateadas, ocre. Cosquilleo constante. Con las palabras “en vivo” de la producción de sentido, no son la constante renovación en nuestra cabeza, la melodía sonando, las palabras no pensadas, las grabaciones. Es en vivo. Es realmente EN VIVO; EL reality de TODO. Produciendo en ese momento. El show más increíble. Es Dios. Y no habla con nosotros. Solo podemos admirarlo sin órganos reales ni para admirar. Nosotros ya no tenemos nada que ver.


Por suerte, una nena perdió un dulce en un cordón del parque. Si pudiese hablarle ahora, le hablaría siempre. “Sol de mi alma, nena que llora en el parque, dame una palabrita. Las palabras duelen, no son figuras inalcanzables. Dame tu palabra, la de hoy.”


* Viaje a Paris, hace pocos años.


Fotos, que roban el alma. O completan un diario de viaje. En este viaje, mi dispositivo diario de viaje ya tan triste está roto. Nunca viajé en hoteles, esta fue la única vez, siempre fui bicho rodante con mochila y vértigo. ¿Se bendicen las armas para el tráfico como para la guerra? ¿O las drogas o los bebes? La bendición que mi aparato roto sugirió esta vez es la comodidad y el buen vivir. Claro, esa torre, metal y cielo en Paris, está muy bien camuflada, porque a pesar de todo es necesario tocarla para estar seguro, y te puede hacer llorar. No por el momento emotivo o imponente. Es que te hace creer que todavía puede haber un cielo.
Los criminales del buen vivir, otra vez sin ojos, bendecidos, llevan y traen el tráfico de imágenes.

“Cus cus árabe
para una paloma de visita
llena de hambre como
el ojo que rebota fuera
del retrato de Sartre en la biblioteca nacional,
cae
a una filmación suicida
de rollers entre gorras y barandas,
pendiente
encerada
para las ruedas
de pornografía adolescente,
algún presidente antiguo
le dará nombre.”


Hay lugares del mundo por los que se viaja y viaja y hay un “llevar y llevarse imágenes”. Esas imágenes no son la percepción de un suceso en otro espacio que el habitual. “Habitual” y “Percepción”. Si percibimos un suceso no existe lo habitual. Eso es una foto. Una foto de lo más “hogareño y conocido” es algo que escapó de ese contexto siempre y nos habló. Lo mismo es una foto de algo “desconocido- foráneo” sale de su contexto y nos habla.


Las fotos turísticas, el tráfico legal de lugares, no nos habla. Habla a los demás. Y los “demás” por lógica seríamos “nosotros” a veces, pero nunca lo somos. Nunca nadie es esos “demás” a los que esas fotos les hablan. La falta de diálogo entre los objetos (característicos del “mundo” o no) y nosotros es el cuento que nos narra la vida globalizada. Nos narra la falta de dialogo para poder erguirse y SER el diálogo sordomudo de la TOTALIDAD. Somos ese diálogo como canoas en el Sena o satélites en la estratosfera. Ya somos el no ser. Es un lujo, regalado por supuesto. Aunque algo nunca va a cambiar, algunos regalos siempre tienen un precio. Pero, de qué preocuparse, no conocemos el regalo, no conocemos el precio, no somos. Todo es hermoso, quien podría negarlo, quien abandonaría su hermosura. Así, sin el menor cargo sobre lo que no somos, producimos, y permitimos. Claro que tenemos utilidad. Invalorable.

Tomé la foto y
dejé de ser,
dijiste
“este tráfico de imágenes
habla a los demás
no a mí
nunca soy los demás
en este puente”.
¿Dónde queda la torre?
¿Detrás?
¿En otro idioma?
¿En frente?
¿De esta foto
sordo muda
para dialogar la desaparición?


Necesito mezclar conjugaciones. Nosotros, siento el verbo como ajeno y peligroso, lo amo, lo hago y mi mundo estalla en cada toque, acercamiento. La interacción sigue siendo imprevisible… Pero, como cada cadena de televisión mundial, cada pensamiento inadvertido al despertarnos, cada buen vecino nos dice: “vivís en este mundo, necesitas visa” Estricto el silogismo: los seres humanos viven en este mundo – los que viven en este mundo necesitan visa – los seres humanos necesitan visa. O: en este mundo hay vida – este mundo necesita visa – sos un ser humano. Otra vez, somos el no ser. Si nada “es”, el sintagma existe por sí mismo, entonces, ¿qué salida deja este sintagma? Clarísima. No vivo en este mundo. Y la infinita proliferación de mundos en esta divina época de posibilidades, sigue siendo “este mundo”.
El mundo en el que vivo y soy, no es “ese lugar adentro que nadie puede tocar, que es incorruptible y me torturarán hasta la muerte pero mi espíritu me pertenece”. No. Eso es parte de cada película insoportable y asesinato en este mundo. El mundo en el que vivo es ese lugar externo que tiembla y me hace temblar porque me habla y respondo, le hablo y responde.

3 comentarios:

Ariel dijo...

¡Hey!¡Lo publicaste!
¡Cómo no me dijiste!
Bueno, ahora lo voy a tener que leer, parece...

Ariel dijo...

Muero por poder decir otra cosa que "lo leí".
Pero mi valor tiene un límite.
No. No es "lindo" esa otra cosa.
Tampoco puedo pensarla.

Ariel dijo...

¿Y?